En la novela Fahrenheit
451 (1953) del escritor estadounidense Ray Bradbury, se presenta una
sociedad con un Estado autoritario, en la que están prohibidos los libros, los
medios de comunicación manipulan el pensamiento de los ciudadanos, quienes no tienen
memoria de su pasado ni proyectos a futuro. Viven en un estado de “felicidad”
artificial basada en la ignorancia y la imposibilidad de detenerse a
reflexionar acerca de la situación en la que viven.
En primer lugar, los
libros están prohibidos ya que el uso de un libro requiere o invita a pensar ya
sea un libro de fantasía o de hechos históricos y el pensamiento es algo que el
gobierno intenta eliminar: “Los libros producen pensamiento y pensar hace que
cuestiones cosas y cuestionar te hace triste”
Por eso, los
bomberos son el dispositivo de represión estatal encargada de descubrir a
aquellos ciudadanos que posee libros e incendiarlos junto con las casas en las
que aparecen.
En segundo lugar,
los medios de comunicación constituyen un discurso único destinado a adormecer
a las personas. Las casas poseen enormes pantallas del tamaño de las paredes y
viven en un mundo virtual que nada se parece a
la realidad. Estos medios se encargan de dar datos superfluos e
insignificantes para no solo distraer a las personas de la realidad y de la
gente alrededor suyo también dar la ilusión de tener información importante y
de pensar: “En la televisión se estaban mostrando los candidatos “Yo no votare
por él, está gordo y no lo intenta esconder””.
Además, se encargan
de que los ciudadanos vivan en un continuo presente en el que no se tiene
memoria del pasado ni sobre algo que debería tener un valor emocional o algo
importante. “¿Te acuerdas cuando nos conocimos?”.
De este modo, la
gente no puede pensar a través de las memorias y pasadas experiencias, también esto
asegura que todos estén en un estado de presente constante que, tal como el
estado anestesiado, es más fácil de controlar.
En tercer lugar, el
sistema educativo consiste en dar constante información innecesaria y
asegurarse de evitar preguntas para hacer que los estudiantes crean que están
pensando: “Dale información, tanta para dar la ilusión de estar pensando”.
Y el arte es
solamente abstracta para que las personas no vean en las obras el reflejo de la realidad.
Por último, aquellos
ciudadanos que, como Clarisse, Faber y Montag se dan cuenta de lo que está
pasando y actúan para cambiar esa sociedad autoritaria, represiva e ignorante,
son perseguidos por las fuerzas de seguridad como si fueran terroristas. Su “caza”
constituye un espectáculo público para satisfacer el odio que el estado inocula
en cada uno de los ciudadanos rebeldes del poder. Así a Clarisse la han
intentado encerrar múltiples veces y eventualmente asesinar y su accidente en
que muere aparece en las noticias; Faber vive en un miedo constante de la idea
de ser atrapado; por eso, aunque él fue capaz de actuar, nunca pudo atreverse hasta
que alguien vino por su ayuda. Montag por su parte termina teniendo que escapar
de la ciudad para no ser “cazado”.
Sin embargo, el
desenlace de la novela es de alguna manera optimista, ya que el mostrar la
ciudad destruida y el grupo de sobrevivientes con una parte memorizada de algún
libro parece dar este pequeño mensaje de que en los restos de la destrucción se
puede construir algo aún mejor de lo que había antes.
En conclusión, en la
novela de Ray Bradbury se representa una forma de vida que, aunque exagerada
anticipa muchos de los problemas que aquejan a las sociedades de hoy en día: La
manipulación mediática que se encuentra muy fácilmente y está dejando cierta gente
en un estado anestesiado, lo que se parece al de la novela; la influencia de
las redes sociales que controlan parte de las vidas de mucha gente y también su
comportamiento y evita la socialisación física y los métodos represivos de las
fuerzas de seguridad.